A menudo se tiende a comparar a los gatos con los perros, por ejemplo, en su nivel de sociabilidad. Se dice que los gatos son menos sociales, menos cariñosos y menos juguetones que los perros. Y puede que sea cierto en algunos casos, sin embargo, lo que quizás no sepas es que el gato posee una gran inteligencia, que es determinante en el desarrollo de su personalidad. Porque sí, como lo lees, cada felino tiene sus propios rasgos de personalidad. Esto es a lo que nos referimos cuando utilizamos el término psicología de los gatos.
La inteligencia gatuna
En general, suelen ser perspicaces y astutos, autosuficientes, silenciosos y muy limpios. Pero, además, poseen una gran capacidad de memoria, por lo que las vivencias pasadas serán determinantes en el desarrollo de su personalidad (y, en algunos casos, de ciertos traumas). Si un gato ha tenido una mala experiencia con alguna persona o alguna situación concreta, se volverá desconfiado y retraído. Por ello, es importante en todos los casos que el animal se sienta querido y atendido, para que pueda crecer feliz y seguro.
De igual modo, aunque son muy independientes y conviene dejarlos hacer a su antojo para no estresarlos, el gato necesita un mínimo de educación y disciplina, por lo que debemos enseñarle desde un principio lo que puede o no puede hacer. Eso hará que se establezca una bonita relación de mutuo respeto entre el felino y su dueño. Aunque el proceso requerirá que te armes de amor y paciencia, como si de educar a un niño se tratase, a la larga comprobarás que merece la pena haberte tomado ese tiempo para enseñar a tu gato.
Rasgos de la personalidad felina
- El tímido. Los gatos con timidez mantienen las distancias con los humanos, ellos prefieren acurrucarse en un rincón y observarlo todo desde allí. Cuando son recién adoptados, conviene acercarse a él con cautela para que vea que no pasa nada, y de ahí en adelante dejar que se vaya acercando cuando él quiera. Estos gatos son muy asustadizos por lo que se ponen nerviosos fácilmente. Es mejor no hacer movimientos bruscos o ruidos fuertes.
- El extrovertido. Los gatos extrovertidos no tienen problema en acercarse a los humanos o a otros gatos. Son activos y curiosos, no tienen miedo a nada y les encanta investigar y juguetear incluso con niños, aunque obviamente sigue sin gustarles que les tiren de la cola… No dudarán en refugiarse en tus brazos si así lo desean.
- El tranquilo. Los gatos tranquilos son equilibrados, no se alteran fácilmente y se llevan bien con otros gatos. No dejan que las cosas les afecten, por lo que no padecen de estrés. Se lo toman todo con calma y tranquilidad, podrían pasarse horas en su cesto sin maullar, por lo que también son muy buenos compañeros de viaje.
- El caprichoso. Los gatos caprichosos son sensibles y muy susceptibles. Si se encaprichan con algo y se lo quieres quitar, se enfadará y le durará horas. Además son posesivos, por lo que creerán firmemente que ese algo es suyo y no dejará que nadie más lo toque.
Lenguaje corporal en los gatos
Se dice que los gatos que se crían con humanos son capaces de desarrollar su inteligencia mucho más que los felinos salvajes. Aprenden por medio de la imitación y la observación, combinando estos aspectos con su propio instinto. Por eso mismo, los gatos se comunican con nosotros a través de su lenguaje corporal. Nos dicen todo tipo de cosas con el maullido que emiten en cada momento, con la posición de la cola y de las orejas, el gesto en su cara… Además, ellos tienen un gran sentido del olfato, que les permite incluso detectar a quién deben acercarse y a quién no.
Psicólogos para gatos
Si notas que tu gato usualmente muestra conductas poco comunes como, por ejemplo, la falta de aseo, se muestra decaído o, por el contrario, demasiado agresivo, quizás debas valorar el acudir a un psicólogo de gatos. Antes de eso, ve al veterinario, porque también es posible que padezca alguna enfermedad que le haga comportarse de esa forma. Como comentábamos al principio, los gatitos poseen una inteligencia que puede resultar abrumadora en algunos casos, por ello exponen unos patrones de comportamiento complejos y, en algunos casos, sí que puede llegar a ser necesaria la intervención de un profesional de la psicología gatuna.